jueves

recuerdo ese fin de semana como si no hubiera habido, ni fuese a haber, ninguno otro más en la vida. no me olvido de que empezó con lágrimas de rabia, porque una vez más estar juntos no iba a ser posible por razones que se escapaban a nuestras manos.
una nevada descomunal inesperada, ¿tú te crees?
debiste pensar que si era un chiste intentar detener tus intenciones con inclemencias meteorológicas, y que si un avión no te hacía el favor de traerte a mi lado, te importaba menos que nada arruinarte para coger el primer AVE que saliera hacia Madrid.
y mientras tú escudriñabas tus planes aun secretos para mí, yo me retorcía de dolor en un sofá de tablillas rotas al que durante meses le había hablado de ti.
me llamaste, tan sereno, para intentar tranquilizarme con la mentira piadosa más perfecta, pero el megáfono de Sants anunciando tu tren te obligó a darme la ilusión de mi vida. y lloré como nunca de felicidad. me duché, me puse todo lo guapa que te gustaría verme y en tres horas estaba en Atocha esperando al amor, que llegó por primera vez a esta ciudad y se instaló para el fin de los días conmigo.
recuerdo todo lo que nos comimos, nos cenamos y nos desayunamos. aprendí el más precioso sentido de la palabra desnudar y cómo derretir la nieve blanca de las sábanas con el calor más intenso.

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